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El términokintsugi (金継ぎ), tan popular últimamente, significa literalmente «reparación con oro». Hace referencia, por tanto, a una técnica de reparación de la cerámica que destaca las fracturas en oro en vez de ocultarlas.
Está técnica, también conocida como kintsu-kuroi, no repara las piezas de cerámica con adhesivo transparente, para ocultar las imperfecciones. Al contrario, las destaca en dorado durante el trabajo de reparación, para que se vean y darle así una nueva vida el objeto.
El kintsugi se basa en la antigua práctica de usar laca urushi —laca de resina vegetal— como adhesivo para unir piezas de cerámica rotas. Pero lo hace transformando la apariencia de la reparación. Así, se espolvorea oro en polvo sobre la laca y se crean reparaciones extremadamente bellas. A menudo, quizás, más que la pieza original. Por eso, en cierto modo se ha convertido más en un arte que en una simple técnica de reparación.
Además, para muchos, el kintsugi va más allá de una simple cuestión práctica o estética y forma parte de una importante filosofía de vida. Esta filosofía plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto. Por ello, deben mostrarse en lugar de ocultarse, para que se vea la historia y transformación de ese objeto.
Ejemplo de cerámica reparada con kintsugi
Kintsugi, la belleza de las cicatrices
En nuestro podcast Japonesamente le dedicamos un episodio íntegro al kintsugi. Allí aprovechamos para debatir entre nosotros si realmente la técnica se ha usado bien o no.
La historia del kintsugi no está clara y se encuentra envuelta en leyendas. Según estas leyendas, a finales del siglo XV el shogun Ashikaga Yoshimasa envió a China uno de sus cuencos de té favoritos para que fuera reparado.
Cuando recibió su cuenco favorito de vuelta, tuvo (supuestamente) una gran desilusión. El cuenco se había reparado como era habitual en la época, con dos grapas de metal. Ashikaga se enfadó mucho, porque le pareció que con la reparación su cuenco favorito había perdido toda su esencia. Además, el resultado le pareció «feo» y hasta «desagradable».
Esto sorprende, especialmente si tenemos en cuenta que la técnica de reparación con grapas era la típica de la época y, por lo tanto, el resultado esperado.
Técnica de reparación con grapas
Esta técnica se usó en Europa (en la antigua Grecia, en Inglaterra o en Rusia, entre otros países) y en China como técnica de reparación de piezas particularmente valiosas. Consistía en perforar pequeños orificios a cada lado de una grieta en los que se doblaban grapas de metal para mantener las piezas juntas.
Parece ser que el shogun, con la desilusión de ver su preciado cuenco mal reparado, pidió a los artesanos japoneses que mejoraran la técnica. El shogun deseaba una reparación que fuera de su agrado, al menos desde el punto de vista estético. Los artesanos se inspiraron en el uso de la laca urushi como pegamento natural y tradicional, decorándolo con oro en polvo. Y así nació el kintsugi, una nueva forma de reparar cerámicas, convertida en todo un arte.
En el siglo XVII la técnica del kintsugi se había convertido en una práctica común en todo Japón. Según cuenta Louise Cort (curadora de cerámica en Freer Gallery of Art & Arthur M. Sackler Gallery) en la revista neerlandesa Things That Talk, fue en esta época cuando un guerrero japonés compró, rompió y reparó cuencos de té estándar para obtener ganancias. Eso parece indicar que, a principios del siglo XVII, el kintsugi era «una técnica de uso común para reparar, y al mismo tiempo, adornar, la cerámica para el té ”, explica Cort.
Esta técnica era tan apreciada, especialmente entre los coleccionistas, que algunos llegaron a romper su preciada cerámica para que pudiera ser reparada con kintsugi. De ahí surgió la idea, que ha acompañado a esta técnica desde entonces: la complejidad de la reparación transforma estéticamente la pieza reparada y le da un nuevo valor.
Igualmente también se conocen casos en los que se ha usado el kintsugi para dar otra oportunidad a piezas que no habían salido bien durante el proceso de creación. Estas piezas, que de otra forma serían desechadas directamente, se rompían deliberadamente. Y a continuación se reparaba con la técnica del kintsugi. A menudo, el resultado era satisfactorio y se podía «salvar» la pieza en cuestión.
Así pues, en muchos casos, piezas antiguas que han sido reparadas mediante el método del kintsugi se valoran mucho más que otras piezas que nunca llegaron a romperse. Para muchos, las elegantes líneas doradas del kintsugi añaden belleza a la pieza y en vez de destacar su «rotura», destacan su «historia».
Cerámica reparada con kintsugi
Proceso de reparación con kintsugi
Como hemos comentado, la técnica básica del kintsugi consiste en unir las piezas rotas de la cerámica con laca urushi mezclada con oro en polvo. Sin embargo, hay varias formas de llevarla a cabo.
Laca urushi
El árbol de la laca o Toxicodendron vernicifluum recibe el nombre de urushi (漆) en Japón. Este término se usa tanto para el árbol de laca en sí como para la savia blanca y lechosa que éste produce.
La laca urushi es un material extremadamente resistente y totalmente natural que lleva miles de años usándose en Japón. De hecho, la humedad del clima japonés crea un ambiente perfecto para esta laca, que se seca y endurece al absorber la humedad del aire. La laca necesita aproximadamente un 70 % de humedad y una temperatura de alrededor de 20-24 grados.
No obstante, es importante saber que un árbol de laca produce tan sólo unos 200 gramos de urushi durante toda su vida. Este dato te puede ayudar a comprender por qué los productos lacados suelen ser tan caros. Ya no es sólo el proceso de elaboración —detallado e importante— sino la propia extracción de la laca, tediosa y que ofrece poca cantidad.
Asimismo, es importante destacar que la mayoría de personas son muy sensibles a la laca en estado crudo: el contacto con la piel suele provocar un eccema grave.
Artesano mostrando el tronco de un árbol de la laca
Aplicación
En el caso del kintsugi, la laca se mezcla con polvo de oro. Primero se usa un pincel kebo o makizutsu para aplicar la laca. Muchos artesanos usan pinceles de pelo de rata, bastante áspero y, por lo tanto, perfecto para poder dibujar hermosas líneas usando un material tan pegajoso como la laca.
Asimismo, a la hora de aplicar la laca urushi hay que ser muy conscientes del tiempo. El color de la laca cambia y se oscurece al absorber el oxígeno y la humedad del aire. Esto hace que la superficie se endurezca casi instantáneamente. Pero cuando se usa como pegamento, la laca urushi tarda aproximadamente dos semanas en secarse.
Además, durante el proceso de aplicación también es importante que la superficie a lo largo de la grieta esté lisa. Para ello, los artesanos lijarán la superficie de aplicación.
La restauración de la pieza puede llegar a tardar hasta tres meses, porque después de preparar y reparar las piezas, hay que dejarlas secar durante varias semanas.
Técnicas básicas
Existen tres técnicas principales o básicas de reparación con kintsugi. Y aunque todas ellas son similares en concepto, los resultados pueden variar bastante.
La primera es la técnica de las grietas, posiblemente la más común de todas. Los objetos reparados de esta forma se retocan mínimamente. La laca mezclada con el polvo de oro se usa para unir piezas rotas con una superposición mínima o rellenando pequeños huecos y espacio entre piezas. Es la técnica con la que se consiguen las características “venas doradas” que solemos entender como kintsugi.
En segundo lugar está la técnica de sustitución de la pieza. Esta técnica se usa cuando un fragmento de cerámica no se puede usar, por estar demasiado roto o haber desaparecido. Entonces se usa la mezcla de laca con polvo de oro para rellenar ese espacio, a modo de pieza de reemplazo.
La tercera y última es la técnica del mosaico. Esta técnica usa un fragmento de forma similar pero de un objeto totalmente diferente al original. Es decir, el fragmento coincide en la forma, pero no en diseño. De esta forma reemplaza una pieza faltante en el objeto original, creando un cierto efecto “mosaico” y combinando dos piezas de estética diferente en un mismo objeto.
Cuenco de sopa reparado con la técnica de las grietas
Filosofía tras el kintsugi
El kintsugi va más allá de ser una simple técnica de reparación de la cerámica y hoy se ha convertido en toda una filosofía de vida.
Como filosofía, el kintsugi nos acerca al zen y nos anima a aceptar el cambio y la belleza de la impermanencia de las cosas, a evitar el desperdicio y especialmente a abrazar la belleza de la imperfección, de los defectos.
Wabi-sabi
Muchos relacionan la filosofía del kintsugi con la del wabi-sabi. Este concepto japonés gira en torno a la belleza de la imperfección, de la asimetría y de la impermanencia o transitoriedad de las cosas. Hasta de lo defectuoso, porque a través de esta filosofía, al aceptar la belleza del cambio y la impermanencia, estamos en paz con la progresión natural de la vida.
El kintsugi es una demostración de que, para los japoneses, la belleza está en la imperfección. Porque la naturaleza no es perfecta y, en cambio, es extremadamente bella. Pero, además, va más allá de una cuestión estética o práctica: las grietas y posteriores reparaciones son marcas de la vida de un objeto.
Esto se puede llevar al terreno humano, por supuesto. Los seres humanos no somos perfectos y cometemos errores, nos hacemos daño y, a veces, nos rompemos. Pero si en vez de esconder nuestros fallos, admitimos nuestros errores, ganaremos en belleza y humanidad. El kintsugi ve las imperfecciones como un «bien» con el que trabajar y que mostrar y realzar, no algo que esconder.
Nuestros errores, nuestras «cicatrices», nos hacen quienes somos, son una lección de vida. De la misma manera que reparamos un cuenco de cerámica con laca y oro en polvo, destacando y realzando esas cicatrices, tenemos que aprender a trabajar con nuestros errores, sin esconderlos, para conseguir un mejor «producto final».
El ser humano a veces se rompe. A veces necesitamos que nos cuiden, que nos «reparen». Pero de esta experiencia, como si fuéramos una pieza de cerámica rota, podemos obtener una mayor belleza.
Otros conceptos relacionados
El kintsugi también puede relacionarse con el concepto filosófico de mushin (literalmente, “sin mente”). Esta filosofía gira en torno a los conceptos de desapego, aceptación del cambio y del destino como aspectos básicos de la vida humana.
Se trata de una filosofía zen que encontramos específicamente en las artes marciales, pero que también se aplica al arte de la reparación de la cerámica. En este caso, se relaciona con la capacidad de adaptación y aceptación del cambio.
Asimismo, existe en Japón la expresión mottainai, el desperdicio. Una idea estrechamente relacionada con el concepto budista de remordimiento por lo que se desperdicia. El kintsugi es un claro ejemplo de ello. En la era del consumismo, la producción en masa y del «usar y tirar», el aprender a aceptar y celebrar las cicatrices y los defectos de los objetos es toda una lección de sostenibilidad. Porque es mejor resaltar la belleza del objeto, con sus defectos y todos, que deshacerse del mismo y conseguir uno nuevo.
Cuenco reparado con la técnica de sustitución
El kintsugi no es una técnica de decoración
Finalmente, también es importante recalcar que el kintsugi no es una técnica de decoración de la cerámica, sino una técnica de reparación.
Esto es importante dejarlo claro porque en Japón existen varias técnicas de decoración con oro y muchas artesanías relacionadas, que también hacen uso de la laca mezclada con oro en polvo, que a veces se pueden confundir con el kintsugi.
Una de ellas es el maki-e, una técnica de decoración de los objetos lacados. Con el maki-e se dibujan imágenes, patrones o letras con laca sobre la superficie de un objeto y luego se espolvorea polvo de oro o plata para fijar el diseño.
A veces el maki-e se combina con otras técnicas de decoración de laca japonesa, como el raden. Ésta es una técnica a través de la cual una capa nacarada de caparazones de conchas se incrusta o se pega en la laca, que nosotros vimos en casa de un artesano de Wajima. O también se combina con la técnica del zogan, con la que se pega metal o marfil en la laca.
O incluso se puede combinar con la técnica del chinkin. El chinkin es otra popular técnica decorativa del lacado que nosotros probamos en un taller de Wajima, en plena península de Noto, al norte de Kanazawa.
En este caso, el chinkin consiste en usar un cincel o cuchilla para tallar un diseño en la superficie de un artículo lacado. A continuación se decoran las ranuras talladas con pan y polvo de oro creando un diseño elegante y refinado con una superficie dorada brillante. Dado que una marca en el objeto lacado no se puede corregir una vez realizada, no hay margen de error.
El kintsugi quizás se combinó en algún momento de la historia con el maki-e o con el chinkin, como sustituto de otras técnicas de reparación de cerámica. No obstante, son técnicas diferentes, ya que éstas de las que. te hablamos son técnicas de decoración, mientras que el kintsugi es de reparación.
Laca decorada con maki-e y cáscaras de huevo
Kintsugi en casa y talleres en Japón
Hoy en día, gracias a los materiales modernos, se puede acelerar el proceso sin perder la esencia de la técnica. Además, puedes ponerte manos a la obra y hacer tu propia pieza con kintsugi “modernizado” en casa
Para ello, necesitas algunos materiales muy fáciles de obtener:
Pegamento epoxi (adhesivo transparente).
Barniz transparente.
Sellador transparente acrílico que seque rápidamente.
Polvo de mica de oro para mezclar con el barniz y reparar y decorar la pieza…
Yeso fino para rellenar los espacios.
Arcilla para moldear, papel de lija y pinceles.
Talleres de kintsugi en Tokio
Si quieres probar la técnica del kintsugi durante tu viaje a Japón, te recomendamos los siguientes lugares, ¡apunta!
En Tokio destacamos especialmente dos:
Kintsugi Tsukamoto en el barrio de Toshima. Es el taller personal del maestro artesano Showzi Tsukamoto, que lleva desde 1972 dedicándose al arte del kintsugi. El maestro ha expuesto sus creaciones París y otras ciudades del mundo y además da clases y clases maestras.
Mejiro: Otra opción es la tienda de artesanía especializada en objetos lacados Mejiro, muy cerca de la estación de Mejiro. En la tienda tienen todo tipo de instrumentos musicales tradicionales de bambú, objetos para festivales y un montón de artículos lacados. Además, claro, también ofrecen un taller de kintsugi.
Hay otros talleres de artesanía con pequeños mini-talleres de kintsugi, en los que en muchas ocasiones no se usa laca urushi sino pegamento epoxi: KUGE Crafts en Koenji o Makers’ Base Tokyo en Jiyugaoka. Los tienes marcados en los mapas de cada zona, que encontrarás en los posts enlazados.
Talleres de kintsugi en Kioto
Si quieres practicar a hacer kintsugi en Kioto, te recomendamos los siguientes talleres:
Shitsugeisha Heiando: Cerca del templo Daitokuji de Kioto se encuentra el taller del artesano Hiroki Kiyokawa, especializado en la reparación de artículos lacados. Este artesano tiene más de 40 años de experiencia en reparación de todo tipo de bienes culturales de templos y santuarios. Es, por tanto, el lugar ideal en el que profundizar en este arte.
Atelier Hifumi: Espacio de la joven artesana Mio Heki donde puedes ver objetos en exposición y participar en talleres para aprender sobre la técnica del kintsugi.
Finalmente, también queremos recomendar Maikoya, un local dedicado a las artes tradicionales japonesas. Allí puedes vestirte de maiko, alquilar un kimono, disfrutar de un taller de ceremonia del té, caligrafía, etc. Y, por supuesto, puedes practicar kintsugi.
Otros talleres de decoración con laca y oro
Finalmente, si te apetece probar un taller de chinkin, la técnica decorativa del lacado que consiste en tallar un diseño en la superficie de un artículo lacado con un cincel y decorarlo con pan y polvo de oro, te recomendamos el taller que visitamos nosotros: la clase práctica que ofrecen en conjunto el taller Osaki Shikkiten y el taller Urushi Yume Kobo Kiyosato.
Cuenco lacado decorado por Laura con la técnica chinkin
¡Disfruta de las artesanías tradicionales japonesas!
Nota: Este artículo está escrito a partir de información recopilada durante la visita al taller Osaki Shikkiten y al taller Urushi Yume Kobo Kiyosato de Wajima.
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Licenciada en Traducción e Interpretación con inglés y japonés (UAB) con estudios especializados en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto (KUFS) y Máster en Estudios de Asia Oriental (UOC). En la actualidad es cofundadora y directora de Japonismo, medio especializado en Japón líder en español donde escribe artículos sobre Japón y copresenta los pódcasts "Japón a Fondo" y "Japonesamente" centrados en cultura japonesa y viajes a Japón. Además, ha publicado dos libros "Japonismo. Un delicioso viaje gastronómico por Japón" y "Japón en imágenes" (Anaya Touring). Laura imparte clases de literatura japonesa, turismo, gastronomía japonesa, business en Japón y arte japonés en el Curso de Especialización en Estudios Japoneses (CEEJ) y ha impartido varios cursos en distintas organizaciones como el curso "Japón y las cuatro estaciones" en Casa Asia, la masterclass sobre "Protocolo japonés" en la Universitat Ramon Llull (Blanquerna) o el curso de digitalización de competencias para el grado de Estudios de Asia Oriental de la Universidad de Málaga.